Hablamos con Isabel Antón, jurista experta en la materia y directora del Diploma Vogue en Fashion Law (Derecho de Moda).
El éxito de las tiendas de cosmética KIKO Milano desató, a principios de la década, un debate sobre la propiedad intelectual. La multinacional italiana comenzó a detectar la apertura de comercios con productos similares que replicaban su identidad visual, generando confusión entre los consumidores y poniendo en cuestión los límites entre inspiración y copia en el sector. La propiedad intelectual no tenía precedentes en cuestiones de este tipo, así que la firma fue a juicio para proteger su diseño como elemento diferenciador de la competencia. La resolución del problema fue la publicación de una sentencia que determinaba que, en determinadas circunstancias, las empresas puedan recurrir a la normativa de propiedad intelectual para proteger el diseño de sus tiendas.
Fast Fashion y Propiedad Intelectual: Un problema creciente
En la actualidad, la propiedad intelectual en el fast fashion es un problema. ¿La razón? La velocidad con la que las marcas de moda rápida replican tendencias dificulta la protección de los diseños originales. Marcas como Shein han sido señaladas en múltiples ocasiones por lanzar productos que se asemejan demasiado a creaciones de diseñadores independientes o firmas de lujo.
El modelo del fast fashion se basa en la producción masiva y acelerada de prendas inspiradas en las últimas pasarelas o en la estética de marcas de lujo. Sin embargo, esta "inspiración" en muchas ocasiones roza el plagio, lo que genera conflictos legales sobre hasta qué punto se puede replicar un diseño sin infringir la ley.
Falsificación o copia: ¿Dónde está el límite?
La diferencia entre falsificación y copia en la moda no siempre está clara. Según Isabel Antón Juárez, profesora de Derecho Internacional Privado en la Universidad Carlos III de Madrid y directora del Diploma Vogue en Fashion Law, este tema "tiene su complejidad porque hay que atender al caso concreto, ver los dos productos en cuestión —la copia y el original— para determinar si es lícito desde el punto de vista marcario o desde la perspectiva de la competencia desleal".
Antón explica que hay que diferenciar entre dos conceptos clave.
“Por un lado, la falsificación va a ser ilícita desde un punto de vista marcario, incluso se puede perseguir penalmente. Desde el derecho de marcas, la falsificación es ilegal. La explicación es que en la falsificación suele haber doble identidad, es decir, se intenta que el producto se parezca lo máximo al original y se usa la marca del tercero sin consentimiento en el producto falso, se reproduce la marca en el bolso, pañuelo... para que se parezca al máximo y se pueda hacer pasar por original”, nos explica.
Por otro lado, la jurista la diferencia de la copia, ahora llamada dupes (duplicates) donde los límites están menos claros. “En un dupe hay más creatividad, variaciones con respecto al original. Por esta razón es más complicado determinar si es o no legal”, nos explica. Si esas copias son parcialmente diferentes al original, pueden protegerse y alegar que no hay una infracción de la propiedad intelectual o industrial, como una inspiración. “Para determinar si una copia es legal o no, es clave considerar, por ejemplo, si el diseño o la apariencia externa está protegido como una marca 3D o como un diseño industrial. En caso de que exista dicha protección, podría ser más fácil defenderlo legalmente y que un juez falle a favor. Sin embargo, es importante analizar el caso concreto, comparando los dos productos y evaluando si existe confusión o el riesgo de confusión por parte del consumidor”.
Una excepción a tener en cuenta
Además, otra cuestión a tener en cuenta sobre la propiedad intelectual es que, en virtud de la Ley de Competencia Desleal, en particular el artículo 11, la imitación es libre. Es decir, rige el principio de libre imitabilidad con el objetivo de no vulnerar la libre competencia y permitir que las empresas puedan crear y mejorar. “Sin embargo, este principio tiene sus excepciones, y una de ellas se da cuando la creación que se imita (por ejemplo, un bolso o un tarro de perfume) está protegida por un derecho de exclusiva, como una marca o un diseño”, nos resume la experta.
Preguntas frecuentes sobre la propiedad intelectual y Fast Fashion
- ¿Es legal inspirarse en el diseño de otra marca para crear un producto similar?
Depende del grado de similitud y de si el diseño original está protegido. En virtud de la Ley de Competencia Desleal, la imitación es libre, salvo que la creación original cuente con un derecho de exclusiva, como una marca registrada o un diseño industrial. Si la réplica genera confusión o asociación en el consumidor, podría considerarse una infracción.
- ¿Cuál es la diferencia entre falsificación y copia en la moda?
La falsificación es ilegal porque reproduce de manera idéntica un producto protegido por una marca, con el objetivo de hacerlo pasar por el original. En cambio, una copia o dupe suele presentar variaciones que la diferencian del producto original, lo que hace más difícil determinar su legalidad.
- ¿Cómo puede una marca proteger sus diseños en la industria de la moda?
Las marcas pueden recurrir a diferentes herramientas legales, como el registro de diseños industriales, la protección como marca tridimensional (3D) o, en algunos casos, los derechos de autor. Si no cuentan con estas protecciones, pueden alegar competencia desleal si demuestran que la copia causa confusión en el consumidor.
Conclusión
El fast fashion ha puesto en jaque los límites de la propiedad intelectual en la moda, generando un debate constante sobre qué se considera una simple inspiración y qué constituye una copia ilegal. Mientras que la ley permite cierto grado de imitación, las marcas y diseñadores deben recurrir a herramientas legales para proteger su creatividad y diferenciarse en un mercado altamente competitivo.
El desafío para la industria es encontrar un equilibrio entre la innovación y la accesibilidad, asegurando que la moda rápida no se convierta en un terreno fértil para el plagio. En este contexto, la legislación sobre propiedad intelectual sigue evolucionando, con el objetivo de garantizar que el diseño y la originalidad sean justamente valorados y protegidos.